viernes, 26 de octubre de 2018

SEXTO CRIMEN QUE SE PAGA CARO EN EL MANEJO DE PERSONAL EN RETAIL


CRIMEN 6:   QUE EL SERVICIO AL CLIENTE NO SEA LA PRIORIDAD DE TODOS


El servicio al cliente es uno de los pilares sobre los cuales se sustenta un negocio realmente exitoso, no importa del ramo del que se trate o tipo de negocio que sea, la respuesta oportuna y la resolución de situaciones que afectan a nuestros clientes de manera rápida y efectiva no es una opción, es una necesidad y debería ser de nuestra ocupación imperiosa si queremos ser bien valorados por ellos, sobre todo en estos tiempos donde tenemos consumidores cada vez más exigentes porque cuentan con mayor conocimiento y donde la inmediatez de las soluciones juega un papel tan importante.



Uno de los problemas más frecuentes y a veces más difíciles de tratar es precisamente responder oportunamente a las diferentes situaciones que se presentan en el día a día de un negocio y cuando hablamos de oportunamente, tenemos que tener en consideración lo que para nuestro cliente es o no aceptable, esto engloba todo el proceso desde la atención que siempre es necesaria con amabilidad, cortesía y conocimiento de productos, pasando por las condiciones físicas de las instalaciones, perfección de transacción la venta, precisión en el proceso de cobranzas, productos en condiciones impecables, así como la solución de problemas postventa que se puedan tener.

Cuantas veces ante una actitud incorrecta por parte del personal o una larga fila en una tienda no hemos dado media vuelta cuando ya incluso teníamos un producto seleccionado para adquirir o hemos dado marcha atrás ante una compra virtual que presenta un sistema engorroso de registro y cuantas más oportunidades hemos salido molestos de un lugar porque al momento al intentar un cambio o informar de un problema del producto, nos han impuesto una serie de reglas para la solución de la situación, que como clientes nos parecen injustas,  poco prácticas o que requieren mucho de nuestro tiempo, como por ejemplo una vez en la tienda para hacer un cambio nos han redirigido a un call center o una página web para hacer un reporte del daño previo cuando ya hicimos el esfuerzo de llegar al lugar donde hicimos la compra; todos estos ejemplos como tantos otros son pruebas de un servicio deficiente y aunque sus razones obedezcan a diferentes responsables, como por ejemplo: sistema poco amigable, falta de personal, problemas en la planificación de turno, reglas administrativas poco prácticas y burocráticas, falta de entrenamiento del personal, la razón principal es que alguien en algún lugar de la organización no puso al cliente y su satisfacción primero.



La verdad es que como cliente resulta en extremo es frustrante pero debemos saber que para el personal de tienda también resulta muchas veces terrible no poder solucionar lo que el cliente desea de manera satisfactoria especialmente cuando la solución no depende de ellos; el personal de tienda es el responsable de “colocar la cara al cliente” y ser el recipiente de todas sus observaciones, quejas, cuestionamientos que válidamente tengan ellos a bien hacer y ante esto deben responder efectiva, calmada y pacientemente a su molestia, imaginen si deben hacer esto sin el apoyo y respaldo de las demás unidades de su organización o más aún cuando la respuesta que reciben de sus unidades de apoyo no es empática, efectiva y así mismo oportuna.

Debemos tomar acciones adecuadas cada vez que tenemos reportes de problemas, por ejemplo conozco un lugar donde era constante encontrar productos defectuosos, eso generaba terribles problemas al final de la cadena,  cuando los clientes llegaban muy molestos (con toda razón) por haber recibido un producto en mal estado, era el personal de tiendas quienes debían responder, la normativa interna impedía la devolución del dinero y el reembolso directo a clientes que no deseaban una nota de crédito para compra de otro producto, se les indicaba que debían llenar un reporte, entregar el producto dañado y esperar el reembolso por cheque (que debían ir a buscar nuevamente) en un lapso de 30 días (en los cuales el cheque usualmente no había llegado a la tienda, por lo que el cliente probablemente debía volver nuevamente después), el personal de tiendas reportaba los problemas a su área de producto pero estos no mostraban mayor acción más allá de un mail pidiendo disculpas y la promesa de hablar con el proveedor para futuras ocasiones pero con la orden de seguir vendiendo  y recibir lo que los clientes devolvieran en malas condiciones para una inspección posterior, para minimizar la problemática el personal de Ventas pide a sus tiendas comenzar por su cuenta a revisar los productos de manera independiente al llegar la mercancía (incrementando horas extra que a veces no eran autorizadas para su pago por el departamento de recursos humano y sacando el personal de sus funciones naturales) lo que permite evitar venta de los productos con defectos más evidentes, pero lamentablemente los desperfectos no eran fáciles de identificar a simple vista por lo cual pese a esta revisión extra de ellos seguían recibiendo devoluciones y teniendo problemas con los clientes, el gerente de la tienda accede en casos donde los clientes están demasiado irritados y amenazan ir con las autoridades de protección al consumidor, reembolsar el dinero de venta en efectivo aún en contra de las normas con lo cual es sancionado en el proceso de auditoria interna por incumplir con la normativa establecida y amenazado con tener que pagar el producto si el personal de inspección de calidad identifica que el problema “no era tan grave como para que el cliente lo devolviera”. 

La situación antes indicada parece extrema, pero les sorprendería saber que es más común de lo que se imaginan, en ella se revela desconexión absoluta del objetivo de hacer felices a nuestros clientes y el proceso además colabora con la desmotivación del equipo de ventas en tiendas de manera importante y para completar genera fricción entre las unidades internas.  Lo que debería hacerse a mi juicio ante una situación así es:  un exhaustivo proceso de control de calidad por parte de personal que recibe la mercancía de los proveedores, que  debería se hecho antes de enviar la mercancía a las tiendas e incurrir en todos los gastos logísticos, la mercancía que no cumple enteramente con el estándar de calidad que se ha negociado ni siquiera debe ser aceptada (para no incurrir en gastos de almacenamiento ni en proceso logístico interno), la venta del artículo defectuoso debe parar inmediatamente para evitar molestias en más clientes hasta ser revisada por los expertos (de otro modo estamos atentando contra nuestro nombre y nuestra marca, sin mencionar que estamos exponiendo a más clientes a molestias), si ya hemos vendido la mercancía y comenzamos a recibir devoluciones y estamos conscientes de que tenemos un problema de calidad, mientras este se soluciona deben flexibilizarse (de manera razonable) los controles administrativos permitiendo un rango de acción adecuado para las tiendas y satisfactorio para clientes.  Lo grave de este asunto es que a veces por tratarse de algo económico o de “oportunidad” estamos poniendo en riesgo nuestro nombre y marca y teniendo más problemas que ganancias a futuro.





Lo más grave es cuando el cliente, ni se queja ni lo devuelve, el problema es que nos categoriza como “malos y de baja calidad” y no regresa, además sin duda generará comentarios negativos a su entorno y todos sabemos lo poderoso que es el boca a boca, en lo personal tengo un par de cadenas donde jamás volvería a comprar ni el más insignificante artículo, algunas de renombre y con presencia internacional, en ellas los artículos adquiridos (aunque costosos) salieron defectuosos, en una de ellas el producto con el que me hicieron el cambio también salió defectuoso por lo que ni siquiera me tome la molestia de regresar.


Muchas veces consideramos como organización que las tiendas son quienes estar a cargo integralmente de esta atención, pero lo cierto es que TODOS dentro de la organización deben estar alineados en que la atención al cliente es la prioridad, que el cliente es lo más importante porque garantiza nuestra supervivencia y que debemos dejar de hacer lo que está haciendo para lograr solventar la situación que se presente cuanto antes (cada quien con su responsabilidad); ya que la realidad es muchas veces en las tiendas no cuentan con las herramientas adecuadas para la solución de ciertos problemas, no tienen el protocolo adecuado, no están autorizados para tomar ciertas decisiones, los departamentos internos o de oficina central muestran muy poca sensibilidad en cuanto a la gestión para solventar problemas que se generan a los clientes o existen procesos de autorización burocráticos. 

Todas las cadenas de tiendas reconocidas por su servicio al cliente tienen en común que absolutamente todos sus representantes colocan el máximo los esfuerzos en hacer que la experiencia de sus clientes sea memorable, amena, agradable, divertida, descomplicada, rápida, eficiente y cuando tienen un problema son los primeros en reconocer la falla, informar al cliente y evitar que afecte a otros consumidores, facilitando en el proceso la solución a los que fueron afectados con sus disculpas incluidas, para ello tienen procesos adecuados pensados con este fin, entrenan a su personal constantemente, sus empleados usualmente tienen alto alcance de  poder tomar decisiones invocando la necesidad del cliente y no son penalizados por ello, teniendo además a todos los demás miembros de su organización avocados para ayudarlos con el este fin conformando un solo y gran equipo.

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